Sobre
el Espíritu Santo
NATURALEZA
DIVINA DEL ESPÍRITU
El Espíritu Santo es de la misma sustancia
que el Padre y el Hijo, distinto totalmente de las criaturas corporales e
incorpóreas, dado que no posee un cuerpo y es infinitamente distinto a las criaturas
incorpóreas (ángeles). Él es el Espíritu Santificador, el dador de Gracias, el
poseedor de la Ciencia
y demás dones.
Los Evangelistas dicen, “Cuanto dará Dios
bienes a quienes se lo piden” y “Cuanto dará Dios el Espíritu Santo a quienes
se lo piden”, los bienes son las Gracias que el Espíritu Santo nos dá, por
medio de una sincera Confesión y en la Comunión y lo mismo pasa con los otros
Sacramentos. El Espíritu Santo es dador de Dones al Pueblo de Dios.
Ahora bien el Sumo bien, no puede recibir
dones ni bienes ajenos a su Santidad, dado que Él mismo es el Creador.
El Evangelista dice “ninguno puede decir
Jesús es el Señor, si no bajo la acción del Espíritu” o sea el Espíritu Santo,
Él es el que con sus mociones espirituales nos hace conocer a Jesús y también
nos indica, si nosotros se lo permitimos, el camino a la Santidad.
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El Espíritu Santo también es Inmutable. O
sea que como el Padre y el Hijo, no puede cambiar, como cambian las criaturas y
al ser Inmutable significa que está totalmente completo en si mismo y en la Santísima Trinidad.
Por lo tanto Dios siendo el Sumo Bien, la Suma bondad es participable pero no participante,
lo mismo que su Hijo y el Espíritu Santo, por lo tanto pueden dar bondad pero
no reciben bondad, ya que todos ellos son la Suma y Completa Bondad. Dios es la suma bondad.
Pues los Apóstoles habían ido después de
la efusión del Espíritu hasta los confines de la tierra y con cada uno de ellos
estaba el Espíritu Santo, solo un Dios puede estar en tan diversos lugares al
mismo tiempo, cosa que ni los hombres ni los ángeles pueden hacer. Pues el
Espíritu Santo no está solamente con los hombres, sino también con los ángeles
inhabitando cada uno de ellos en los Tronos, Dominaciones y Potestades y así
los santifica, tanto como hace Santos a los hombres.
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Es Espíritu Santo hace Santos a los
ángeles, como dice en los Evangelios, “El Hijo del hombre, vendrá en su gloria,
en la de su Padre y en la de los Santos ángeles”. Los ángeles no son santos por
su propia naturaleza, como la Santísima
Trinidad , sino que el Espíritu Santo los santifica, ya que
tiene la santidad innata al igual que el Padre y el Hijo.
Pero es aspiración de los hombres justos
llegar a la santidad. Cosa muy distinta de los ángeles que ya son santos y nos
ayudan a lograr esa santidad tan preciada y no al revés, el hombre no es santo
a menos que acompañado por su ángel de la guarda, llegara a degustar la Santidad de la Santísima Trinidad ,
allí el hombre se haría Santo, siempre acompañado de su ángel.
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Por lo tanto dado que el Espíritu
santifica a sus criaturas y es distinto a ellas por naturaleza, también es
increado y no hecho. Muchos son los textos de la Escritura que demuestran
que es de una naturaleza diversa a la de sus criaturas.
También se dice esta criatura “está llena
del Espíritu Santo”y por supuesto no se puede decir que el Espíritu está lleno
de sus criaturas, dado que Él es Dios.
Los Evangelios dicen que Juan”está lleno
del Espíritu Santo desde su concepción”, lo mismo se dice de Isabel y Zacarías
sus padres, que fueron llenos del Espíritu Santo. También en los Hechos de los
Apóstoles se dice “fueron llenos del Espíritu Santo”.
También dice en los Hechos de los
Apóstoles “todos los allí presentes fueron llenos del Espíritu Santo y salieron
a predicar la Palabra
de Dios”, es que el Espíritu les quitó el miedo y los hizo valientes, ya que se
encontraban encerrados en el cenáculo debido al temor a los judíos. Y después
de la efusión del Espíritu Santo tuvieron coraje para predicar la palabra de
Dios, expuesta anteriormente por Jesús.
En realidad todos los Apóstoles, junto con
María, estaban llenos del Espíritu Santo, como dijo Esteban “veo al Señor, sentado a la derecha
de Dios, lleno de Gloria, o como le pasó a Saulo, después Pablo, que al
hablarle el Señor Jesús, se llenó del Espíritu Santo.
En realidad todo hombre que camina hacia la Santidad está lleno del
Espíritu Santo y de alegría.
El Espíritu Santo es de diferente sustancia que los seres
creados, ya sean ángeles u hombres y el Espíritu Santo tiene la plenitud de los
dones divinos y los envía a los hombres seguidores de Jesús, como el don de
Ciencia, Fortaleza, Temor de Dios, Templanza, etc. Nosotros se los debemos
pedir así el con todo amor nos otorga sus dones, si se lo pedimos y los
merecemos.
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Es imposible que uno obtenga la gracia de Dios, sino por
medio del Espíritu Santo , el Espíritu otorga sus dones a quienes se lo piden,
como dijimos arriba. Como está escrito en los Evangelios”El Padre dará el
Espíritu Santo a quienes se lo piden “ y también “El Padre dará cosas buenas a
quienes se las pidan”
Por ejemplo con Esteban que fue elegido en reemplazo de
Judas el traidor, por los once Apóstoles, estaba lleno del Espíritu Santo y
hacía milagros y toda clase de obras buenas, todo inspirado por el Espíritu Santo
y lleno de la Sabiduría
de Él. Y era tanta la
Sabiduría que tenía Esteban que convertía a todos los que se
oponían a Jesús. Porque , como dijo el Señor, no se preocupen sobre lo que van
a decir cuando sean conducidos a los Tribunales o a las sinagogas, ya que el
Espíritu Santo les dará palabras de tanta sabiduría, que nadie podrá
contradecirlos.
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Puesto que era el Espíritu Santo el que concedía a los
apóstoles los dones de Sabiduría y Ciencia para defenderse contra los
contrarios al Señor. Aquellos que se comporten con prudencia, humildad,
sencillez, amando a Dios y a sus hermanos serán llenos del Espíritu Santo, con
todos sus dones Inteligencia, Templanza, Ciencia, Sabiduría, Temor de Dios,
etc.
Los que buscan la sabiduría en los bienes espirituales e
intelectuales de Dios, alcanzan la Sabiduría
Divina , con la Inteligencia dada por el Espíritu Santo.
Así como sucedió en el Cenáculo todos los que buscan el
bien, como dijimos más arriba, reciben la efusión del Espíritu Santo.
Dios dado de los bienes, nos regala la esperanza por medio
del Espíritu Santo, colma de gozo y paz a aquellos que habiendo alcanzado el
estado de quietud y dominio de sus pasiones.
Justicia, paz y gozo son la sustancia del Espíritu Santo, o
sea que el Espíritu las posee en plenitud y las dá a quienes se las piden y
quienes Lo poseen en su plenitud, actúan por la razón, viven
irreprochablemente, y enseñan
rectamente, confirma realmente y de forma perfecta signos y prodigios. De hecho
tiene la fuerza del Espíritu Santo, que le da el tesoro y la plenitud de todos
los bienes.
Dios es quien da aliento al pueblo que habita la tierra, o
sea a nosotros y el Espíritu a aquellos que la pisan.
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Pablo dice “Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado”( Rm 5,5) También dice Joel “El
Espíritu Santo será derramado sobre sus hijos e hijas y profetizarán y tendrán
visiones”, o sea que el Espíritu Santo nos permite profetizar y ver más allá
que el común de los hombres en materia espiritual.
También la caridad del Señor ha sido derramada sobre
aquellos que lo aman,o sea que el Espíritu Santo, es la caridad total y cuando
hay efusión del Espíritu hay amor entre todos los hombres.
Nuestro Señor Jesús, que es el Cristo, o sea el ungido,
actúa como un ungüento derramado, así como el ungüento esta enfrascado, así
estaba Dios con el pueblo de Israel y cuando por medio de Jesús se hizo
conocido hasta los extremos de la tierra, el perfume o ungüento se dice que se
ha derramado, éste es Jesús.
El término efusión es por lo tanto amplia y rica abundancia
de un don, así como Jesús se hizo don para nosotros, y lo confirmó el Espíritu
Santo con su efusión en el Cenáculo de Jerusalén.
Por esto deducimos que la sustancia del Espíritu Santo es
participable y por lo tanto increada y al ser increada, es Divina, naturaleza
divina inmutable, en cambio lo participante es mutable y por lo tanto creado.Dado
que participable y participante son dos naturalezas distintas, participable es
el Espíritu Santo que es inmutable, es Dios y participantes somos nosotros los
hombres, que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, pero mudables, en
cambio el Espíritu Santo participable es increado dado que tiene naturaleza
divina como dijimos más arriba.
CAPÍTULO II
Visto que el Espíritu Santo no es criatura, sino que forma
una comunidad junto con el Padre y el Hijo y ahora vamos a ver cómo son las
relaciones entre las tres Personas Divinas.
Las Gracias que nos dá el Padre, no significa que sean
Gracias, solamente dadas por el Padre sino también por el Hijo y el Espíritu
Santo en Santa Unidad.
El Espíritu Santo es también llamado “Gracia” y como esta
Gracia, es otorgada también por el Padre y el Hijo, nos dá a entender que los
Tres son de la misma sustancia.
En un pasaje se observa “el amor de Dios esté con todos
ustedes” y esto significa también el amor del Hijo y del Espíritu Santo. Cuando
el Padre lo tenía pensado a Jesús, para su venida al mundo, el Espíritu Santo
también estaba presente, haciéndola concebir a María.
Siempre el amor de Dios, significa también el amor del Hijo
y del Espíritu Santo. La Santísima Trinidad
fue la que creó el mundo, la que creó a los seres corpóreos e incorpóreos o sea
nosotros y a los ángeles.La Salvación de la humanidad es también una obra
realizada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo da gozo y paz a quién el quiere y se la
pide, lo mismo el Padre y el Hijo. Este gozo y paz no son humanos, son un gozo
indescriptible y una paz indestructible, el gozo y la paz de Dios, que tanto
necesitamos para nuestra vida diaria, para transmitirlo a los demás y dar
gracias al Espíritu por tan excelsos dones.
Si caminamos en la luz, la luz de Dios, del Padre, como dice
Juan “nuestra comunión es con el Padre con el Hijo” y por supuesto con el
Espíritu Santo.
Quién está en comunión con el Espíritu Santo, también está
en comunión con el Padre y con el Hijo. Quien es amado por Dios, también es
amado por el Hijo y por el Espíritu Santo. Quien participa de la gracia de
Nuestro Señor Jesucristo, también participa de la gracia del Padre y del
Espíritu Santo.
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En efecto quién participa de la acción de Dios, también
participa de la acción del Hijo y del Espíritu Santo, pues los tres son de una
misma sustancia, mientras que aquellas que no participan de la misma sustancia,
no participan de las mismas acciones.
Según dijo Jesús “Yo y el Padre somos una misma cosa”,
también el Espíritu Santo es una misma cosa con Ellos, dado que son de la misma
naturaleza las Tres Personas Divinas.
Al Hijo se le llama mano, brazo de Dios y al Espíritu Santo
se le llama el dedo de Dios, por lo tanto aquí tenemos de nuevo, que son de la
misma naturaleza y también de la misma sustancia.
Jesús dijo “Yo expulso a los demonios con el dedo de Dios”
otro Evangelista dice “Yo expulso a los demonios con el Espíritu Santo”, por lo
tanto si el Espíritu Santo es el dedo del Hijo y del Padre, también es la mano,
el brazo y de Jesús, por lo tanto aquí se explicita más que son de la misma
naturaleza.Con este dedo fue escrita la
Ley sobre tablas de piedra.
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Solo Dios es sabio, ya que Él es la misma sabiduría, que no
le proviene de ninguna cosa, ya sea ser celestial o humano, y así como el Padre
es Sabio, Jesús también es El Sabio por naturaleza “De dónde es Éste que habla
con tanta Sabiduría y autoridad”, así dijeron del Hijo y el Espíritu Santo
también es Sabio, regalando sus dones a quién quiere. La Santísima Trinidad
es Sabia, ya que, como dijimos más arriba, poseen la misma naturaleza y la
misma sustancia.
“Hay diversidad de Carismas, pero el Espíritu es el mismo,
lo mismo que hay diversidad de operaciones, pero Dios es el mismo que obra todo
en todos”.
Todo lo opera un único Espíritu y mismo Espíritu que todo lo
distribuye según Él quiere.
“Id y enseñad a todos los pueblos, bautizándolos en el
nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo” esto les mandaba Jesús a sus
discípulos, haciendo mención a las tres personas de la Santísima Trinidad.
CAPÍTULO III
La misma etimología de la palabra espíritu que viene del latín
y significa aliento o respiración, que corresponde al hebreo “ruah “y al griego
“pneuma”, nos pone en buen camino: El Espíritu es la forma que los humanos
tienen de vivir, no solo porque alientan, sino también porque respiran y hablan
y se abren a todo lo que existe. Los humanos son cuerpo, pero también espíritu
y esto los conecta directamente con el Espíritu Santo.
El ser humano se dice que es cuerpo y alma, o cuerpo y
espíritu, o cuerpo alma y espíritu, mejor es decir que es Espíritu dado que
Éste está relacionado con todo el Universo. Al mismo tiempo es cuerpo, carne,
conciencia frágil, pasión y sufrimiento esperanzado si es cristiano, porque si
no lo es no le encuentra ningún sentido al sufrimiento y cae en la
desesperación.
Es difícil relacionar alma y cuerpo, sería mejor para
nuestra interpretación teórica, relacionar, carne y espíritu, por ejemplo en
Jn. 1, 14 “la palabra del Espíritu de Dios se ha hecho carne”, es decir se ha
hecho humano y goza y sufre al igual que todos nosotros, a excepción del
pecado.
Muchos como Spinoza dicen que hay que ser fieles al
“espíritu del mundo” no hay mas Dios que la vida, ni más Religión que el
respeto al Cosmos. Y así se crea una “Cosmogonía” nada que ver con el Espíritu
Santo, que es el dador de dones, y es junto con el Padre y el Hijo, el único
Dios Verdadero o sea la Santísima Trinidad.
Otros decían y siguen diciendo que el mundo está dividido en
dos sustancias Materia y Espíritu, pero como decía Descartes en realidad, el
mundo es solo materia, materia de diversas formas, todo lo que hay son
variaciones de la misma materia, que aparece algunas veces, como vida otras
como entendimiento y voluntad, que son capaces de ser estudiados puesto que son
materia, y esto atrae mucho a los científicos ateos, nada que ver con la
realidad en la cual el hombre está compuesto de cuerpo y alma, ambos creados
por Dios Todopoderoso y en donde las realidades espirituales si existen, ya que
Dios en la Creación
hizo seres corpóreos e incorpóreos, los incorpóreos son invisibles y son los
ángeles, que ayudan a los hombres, seres corpóreos a no cometer pecado en esta
vida así poder ganar después la Vida Eterna.
Cuando Dios creó al mundo, el Espíritu Santo aleteaba sobre
las aguas, según dice el Génesis, luego crea al hombre a su imagen y semejanza
y como nuestros primeros padres pecaron, vino la muerte y el dolor al mundo y
ningún hombre puede escaparse de esa realidad, pero por la libertad dada por
Dios al hombre, éste puede optar por obedecerle o no a Él, lo mismo pasa con el
Hijo y con el Espíritu Santo y viendo la historia del Pueblo de Israel, vemos
claramente que el Espíritu Santo habló por boca de sus profetas, que
transmitieron paz y esperanza a este mundo sumido en la violencia.
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Jesús, el Hijo del hombre, vino a curar, expulsar demonios,
es decir vino a todos los hombres marginados o que estaban en la periferia de
la sociedad, y darles vida, vida en abundancia, como dice el Papa Francisco,
“es una Iglesia pobre, para los pobres, para los marginados de la sociedad”.
Y todo esto lo realizaba Jesús, con la ayuda del Espíritu
Santo, tal como fue el Sermón de la
Montaña y las Bienaventuranzas. Prudencia, Sabiduría,
Consejo, Fortaleza, Temor de Dios, Templanza y Ciencia, son los dones del
Espíritu Santo, que Él por medio del Jesucristo donaba a los pobres de corazón.
Jesús curaba a los posesos a los poseídos por Satán, también por medio del
Espíritu Santo y Jesús decía “ Si Yo expulsó a los demonios por medio del
Espíritu de Dios, significa que el Reino de Dios, está llegando a ustedes”
Decía Jesús “El Espíritu Santo está sobre mí,,por eso me ha
ungido para enviar la buena nueva a los pobres, me ha enviado para proclamar la
libertad a los cautivos, para dar vista a los ciegos….(Lc. 4, 18).
El Espíritu Santo, es gracia que perdona los pecados, amor
de Dios que ofrece comunión y reino a todos, superando las fronteras de los
privilegios legales y sacrales. Por eso pecan contra el Espíritu Santo los que
se oponen a ese perdón y gratuidad de Dios, expulsando a los que piensan
distintos.
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El Padre envió a su Hijo Jesús, para que muriera en muerte
de Cruz por todos nosotros, Jesús obediente cien por ciento al Padre, sufre
toda la Pasión ,
hasta su muerte. Y con su Resurrección redimió a todo el género humano. La Pascua es expresión suprema
del Espíritu Santo. Lo que comenzó con Adán(primer ser humano y por lo tanto
pecador) culmina con Cristo (Espíritu de Vida). Este es el acontecimiento del
Espíritu de Dios: Espíritu en la muerte, amor cumplido, en la
Cruz Jesús nos dio todo su amor, hasta el extremo,
incluso entregándonos su Madre la Santísima
Virgen María.
Espíritu Pascual, respuesta de amor, ya que Jesús con su
Resurrección Gloriosa venció a Satán, a la muerte y al pecado. En la
Pascua El Espíritu de Dios, es el Espíritu
de Cristo, es decir el Espíritu Santo está siempre presente y eterno, que
penetra en la historia para liberarla de la muerte. Así lo han ido proclamando
los cristianos a través de los siglos, que la Pascua del Espíritu de Jesús, es el Pentecostés
del Espíritu Santo.
CAPÍTULO IV
El Concilio Vaticano II, según Pablo VI tiene 258 menciones
del Espíritu Santo entre ellas: El Espíritu Santo es Espíritu de Cristo, cuya
obra realiza, y el principio del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
El Espíritu Santo, santifica sin interrupción a la Iglesia , para que los
creyentes tengan”por medio de Cristo acceso al Padre, en un mismo Espíritu”.
El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un
Templo y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos.
La consideración de la Iglesia como “Sacramento de Salvación”, siendo el
Cuerpo del Señor Resucitado “ Cristo una vez Resucitado envió a la Iglesia al Espíritu Santo,
para que la vivificara y le diera todos sus dones”
Por la imposición de las manos se confiere la Gracia del Espíritu Santo y
se imprime el carácter sagrado, lo cual hace al Obispo, que impone las manos,
otro Cristo, representante real de Cristo en la Tierra.
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El Espíritu Santo vivifica constantemente al Cuerpo de
Cristo, la Iglesia
y la asiste con multitud de Gracias y Dones, al ser la Tercera Persona de la Trinidad y no por eso
menor al Padre y al Hijo, ya que son de la misma naturaleza y sustancia, como
hemos dicho antes, su preocupación perenne es asistir al hombre en todas sus
tribulación y sufrimientos, dado que es el Espíritu que consuela. Y la Santísima Vírgen
María, al ser su esposa, lo asiste y acompaña.
FIN
ADRIÁN PRUNOTTO
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