domingo, 9 de febrero de 2014

Ensayo sobre la Hermana Muerte

Ensayo sobre la Hermana Muerte



Al sólo escuchar la palabra muerte, nos morimos de miedo o en el mejor de los casos la rechazamos.
Si supiéramos con que Gran Gracia del Cielo, nos encontramos no sería así.
El miedo y el pavor vienen de antes de Jesús, tenemos casos claros en la muerte de Lázaro de Betania, por ejemplo, dónde las hermanas del fallecido, están desesperadas. Es que la muerte de un ser querido muy cercano siempre causa desesperación, pero no si somos discípulos del Señor Jesús. Y voy a explicar el porqué.
Jesús fue masacrado y torturado y luego murió, con una muerte terrible, pero al Tercer día ¡Resucitó! Así nuestros seres queridos que mueren, con la debida atención Sacerdotal, o sin ella por no poder haberla conseguido, con nuestras oraciones y con indulgencias plenarias y Misas, se van al Reino del Padre y nosotros debemos estar muy contentos por ello.



2- Si, ésta es la Verdad, que Dios nos tiene preparadas mansiones para habitar en el Cielo, pero acordémonos que el camino hacia el Reino Celestial, es angosto, como dijo el Señor Jesús, por lo tanto debemos estar bien preparados para entrar por él.
Así que debemos festejar y regocijarnos con la muerte de un ser querido, por supuesto que va a haber lágrimas y llantos, eso no lo discuto, pero esas lágrimas se transformarán en alegría, al pasar un poco el tiempo de la muerte, ya que Jesús también lloró por la muerte de su amigo Lázaro , pero también nos dijo, “Benditos los que lloran, porque recibirán consuelo.



3- Entonces hermanas y hermanos, alegrémonos por la venida de la muerte, a la cual yo llamo Hermana Muerte, porque es nuestra hermana, ya que nos lleva a un estado Espiritual muchísimo más elevado de lo que podamos imaginar. Deja el fallecido las tristezas de este mundo atrás y se sumerge en un mar de Paz y Alegría.
Por lo tanto hermanos si tenemos una muerte de un ser querido cercana, aferrémonos a Jesús, que Él y su Madre nos darán consuelo en las tribulaciones.
No nos quedemos atados a la muerte, o sea a la persona querida que falleció, dejémosla partir hacia el Cielo y cuando tengamos conciencia de ello, sin darnos cuenta al poco tiempo, estaremos consolados y alegres. Así que ¡ Ánimo, confía en el Señor!






Adrián Prunotto

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