miércoles, 15 de enero de 2014

El Libro de la Vida

El Libro de la Vida

El Título de este libro significa El Libro de Dios, éste es un Libro que Dios posee, según lo dijo Nuestro Señor Jesucristo, en el cual se encuentran grabados todos los nombres de las personas que van a estar en el Cielo, junto a Jesús y María, pero viéndolo a Dios Padre como tras un velo, o sea que nunca lo podremos ver plenamente, pero esto no es problema ya que Jesús dijo, “quién me ve a Mí, ve a Mi Padre”.



Ahora ¿Cómo llegamos a estar anotados en este Libro? Primeramente si amamos a Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro espíritu y con todas nuestras fuerzas y también amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos, en fin como Jesús nos amó a nosotros. Y ¿ Cómo nos amó Jesús a nosotros? Primeramente que siendo Dios se hizo hombre, luego por sus enseñanzas y curaciones y fundamentalmente porque nos Reveló a Dios Padre y nos encomendó a Dios Espíritu Santo. Revelar a Dios Padre no es otra cosa que hacerlo conocer.
Y por supuesto por su Muerte y Resurrección, de esta manera nos redimió, o sea que nos sacó la carga de pecado que había sobre nosotros y nos hizo hijos de Dios, porque antes de su Pasión y muerte éramos esclavos del pecado, la muerte y Satanás, y fuimos liberados de eso por su Pasión, Muerte y Resurrección valga la redundancia.


Esto nos enseña algo muy importante, que para ser buen cristiano u hombre justo tenemos que pasar por tribulaciones de todo tipo en este mundo y todas ofrecidas al Señor para salvar nuestra alma y más que esto, Dios quiere que seamos Santos, como dijo Nuestro Señor Jesucristo “sed perfectos, como mi Padre del Cielo es Perfecto”.

Otra cuestión muy importante es practicar las Virtudes Teologales , Fe, Esperanza y Caridad.
Fe significa la certeza de lo Invisible, Esperanza el anhelo confiado, y Caridad, es la puesta en práctica del Amor.
Las cuales acompañadas por los siete Dones del Espíritu Santo, Sabiduría: Es un gusto especial por lo espiritual. Entendimiento: Es para comprender la Palabra de Dios y profundizar en las verdades reveladas. Consejo: Es una luz para saber a cada momento cuál es la Voluntad de Dios. Nos ayuda a obrar rectamente. Ciencia:
Nos hace distinguir entre lo verdadero y lo falso en orden a la vida eterna. Fortaleza: Es una fuerza especial para obrar valerosamente en lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida. Piedad: Es un afecto filial a Dios como Padre, y a los hermanos como hijos del mismo Padre. Temor de Dios: Es una humilde actitud de temor a ofender a Dios, reconociendo nuestra debilidad.
Además de los Dones del Espíritu Santo, están los frutos, amor, alegría, paz, bondad, mansedumbre, etc.


Pero vamos a hacer hincapié en el amor, que es lo que nos permite estar anotados en el Libro de
Dios.
Como dice San Pablo , si nosotros habláramos todas las lenguas de la tierra e incluso la lengua de los ángeles, si no tenemos amor, somos como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecías y conociera todas las ciencias, o aunque tuviera fe, una fe tan grande como para trasladar montañas, sino tengo amor no soy nada. Aunque vendiera todos mis bienes y repartiera el dinero entre los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor no me sirve de nada.
El amor es paciente, es servicial. El  amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija en la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
En una palabra, ahora existen tres cosas la Fe, la Esperanza y el Amor, pero de las tres la más importante es el Amor, que no pasará jamás. La ciencia y las profecías pasaran, pero el Amor permanece intacto por toda la Eternidad ( 1 Corintios 13, 1- 13).
Debemos dar, si dar con amor todo, hasta incluso a nosotros mismos.”Hay que dar hasta que duela” dijo la Madre Teresa y tiene toda la razón, teniendo en cuenta que el Hijo de Dios, se entregó hasta el extremo por nosotros, con soledad, flagelación, coronación de espinas, burlas, escupidas hasta ser clavado en la Cruz Bendita. Él se dio hasta el extremo, nosotros debemos hacer lo mismo por nuestro prójimo.


Otra cuestión muy importante para que nuestros nombres estén escritos en el Libro de la Vida es la Humildad, el sentarnos siempre en los últimos lugares, como dijo el Señor. El sentirnos menos que todos, si queremos ser Santos, el humillarnos delante de los demás, el sentirnos los últimos de todos, como un esclavito indigno, como diría San Ignacio de Loyola. Ésta es la madre de todas las demás virtudes, paciencia, perseverancia, confianza en Dios, etc.
Sin humildad no podremos nunca entrar al Cielo, es la virtud principal.


Y hablando de humildad, el fiel ejemplo de ella es Nuestra Santísima Madre, María de Nazaret. Es después de su Hijo Jesús, el ser humano más humilde que ha vivido en esta tierra, desde la Anunciación donde dio el sí incondicional al Arcángel San Gabriel, representante de Dios. Desde la Visitación a su prima Santa Isabel hasta el Nacimiento Virginal del Niño Dios. Desde la Presentación en el Templo del Niño y también para su Purificación hasta  la pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el Templo, todos estos gestos inmensos de humildad, que ella guardaba en su Corazón y los meditaba.


Y ni hablar de la humildad de Nuestro Señor, que nació en una familia pobre, tuvo por trabajo la carpintería que le enseño su Padre Adoptivo San José.   Luego su Bautismo, como si Él necesitara limpiarse de sus pecados, justamente era igual a todos nosotros menos en el pecado, después el lavado de pies a sus Apóstoles en la Última Cena y por último su Pasión y Muerte en la Cruz, ¡Qué humildad!, así iguales debemos ser nosotros para estar escritos en el Libro de Dios.

También y vuelvo a destacar, para estar en el Libro, es necesario que seamos Santos. ¿Y qué es la Santidad? Es una ascensión permanente hacia el perfecto amor y la perfecta humildad, por supuesto nunca vamos a llegar a la perfección de Dios, pero debemos acercarnos cada vez más a ella. Y así entraremos al Cielo. Amén. Que Dios los bendiga, y la Santísima Virgen los proteja.



ADRIÁN PRUNOTTO

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